Por Luis E. Gutiérrez / CNP 4560.
El monstruoso tsunami
que llega sin avisar...
Hacía rato que salió de tres días de ayuno. Esa noche se acostó luego de leer la Palabra y entrar en comunión con el SEÑOR a través de la oración.
Cansado por el agite del día, el sueño arropó a Aceriano sin muchos prolegómenos. En espíritu comenzó su andar en lo onírico y DIOS le puso a viajar como pasajero en el asiento trasero del vehículo de un amigo, justo a las espaldas del conductor.
Al momento de contar su visión a su amigo Mauro, en un conocido café del Centro Comercial Gina en Cumaná, estado Sucre, Venezuela, se mostraba agitado y ansioso frente al café con leche que suele pedir cuando se instala en aquel rinconcito de paz en medio del dinamismo propio de una instalación comercial como esa.
-¡Salte de la cama como un resorte y caí de rodillas y postrado en el suelo clamando al SEÑOR! Fue una visión calamitosa de lo que se viene contra esta ciudad, le argumentó a su amigo de ascendencia italiana, el cual, hombre culto y educado, escuchó con atención cada una de sus palabras.
-Debió ser algo impactante lo que soñaste, le respondió su interlocutor.
-Pues sí. Iba a bordo del vehículo de un amigo empresario. Lo curioso es que no era él quien manejaba el carro, sino un amigo mutuo de ambos y que también es empresario en la Zona Industrial de San Luis.
-¿Y cómo fue eso?, inquirió Mauro.
- Pues rodábamos a la altura del Hospital Salvador Allende en ruta hacia El Monumento de Cumaná, por la avenida Perimetral, cuyo nombre oficial es Cristóbal Colón. Mi amigo Gino estaba al volante -cosa extraña en esa visión- pero aún más sorprendente es que como co-piloto iba una chica que tengo años que no veo desde mis tiempos como periodista en el Instituto Nacional de Deportes en Caracas, donde ella laboraba como fisioterapeuta.
En la visión del Aceriano, el auto, un Ford sedan cuatro puertas de color gris, iba raudo por dicha vía rápida. Curiosamente, sobre la isla que divide la avenida, junto enfrente del nosocomio tipo III que lleva el nombre del fallecido presidente chileno, Aceriano vio de pie al conocido "Hijo-hijo" Pedro Lucas y junto a él a una persona que falleció meses antes, una mujer conocida popularmente como "la copeyana".
De pronto, pasado el hospital y las casas subyacentes, Aceriano veía el mar, el cual se mostraba indómito, picante, batiéndose con fuerza inusitada contra la orilla.
-Caramba Gino, el mar está "picao" y le mandamos a lavar el carro a Valentino. El salitre hará que se pierda ese trabajo.
En la visión no hubo diálogo, mas Aceriano no estaba concentrado en buscar una plática. Su mirada estaba fija en el mar encrespado. A otear por el parabrisas trasero, pudo ver como una ola se transformó en una especie de "tubo" gigante de agua se desplegaba desde las proximidades del hospital citado en ruta hacia el oeste.
- ¡Caramba! El mar se quiere desbordar. ¿Qué es esto?, exclamó.
El conductor aceleró el coche, al percatarse que el mar comenzó a meterse con una fuerza inusitada hacia la vía, inundándola en sentido oeste-este y en forma perpendicular a la línea costera. La potencia del agua agitada comenzó a remecer con extraordinaria furia los botes que suelen anclar los pescadores en las orillas del Golfo de Cariaco.
Buscando la salida más próxima en ruta a la parte interna de la ciudad, el carro a toda velocidad lo que consiguió fue toparse con una marejada de agua que inundaba la Perimetral ante la sorpresa de todos los conductores que circulaban por ella.
En un momento de la visión, mientras el vehículo se "deslizaba" entre las espumas del mar embravecido, Aceriano se vio de improviso flotando en el aire. El automotor y sus acompañantes no se veían por ningún lado.
-¿Cómo llegué aquí? ¿Dónde? ¿Dónde está Araya que no la veo?, se preguntó mientras que en sus narices un fuerte olor a agua de mar lo invadía todo.
El cielo se nubló de manera patente y en un instante, cuando una pesada bruma se disipó frente a sus ojos, tuvo la visión más aterradora que jamás afrontó en su vida: una enorme, mega-gigantesca e imparable masa de agua, de un alto imponente y sumamente letal, se desplazaba a alta velocidad para estrellarse contra las edificaciones ubicadas a lo largo de la costa.
Fue allí cuando despertó sudando, nervioso y asustado, saltando como resorte de la cama. Cayó de rodillas y se postró ante la presencia del Rey, clamando misericordia para la ciudad perversa que le dio la espalda a JEHOVÁ, dedicada al hedonismo, a la maldad de todo tipo, a las abominaciones de la brujería, magia negra, santería, palería, nigromancia, fornicación, adulterio, borracheras, homosexualismo, lesbianismo y otras desviaciones mediante las cuales, el ser humano labra su alejamiento de los estatutos, preceptos y mandamientos del que VIVE POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS.
Estos escritos tienen que ver con las visiones que el SEÑOR me permitió ver a mí, que no soy nadie ante su Magnificente Presencia. Como dice JESÚS DE NAZARETH en la Biblia: quien tenga oídos que oiga. DIOS LES BENDIGA.