miércoles, 27 de junio de 2012

HISTORIAS / LA OLA... (continuación Y FINAL)


Por Luis E. Gutiérrez / CNP 4560.

El monstruoso tsunami 
que llega sin avisar...


Hacía rato que salió de tres días de ayuno. Esa noche se acostó luego de leer la Palabra y entrar en comunión con el SEÑOR a través de la oración.
Cansado por el agite del día, el sueño arropó a Aceriano sin muchos prolegómenos. En espíritu comenzó su andar en lo onírico y DIOS le puso a viajar como pasajero en el asiento trasero del vehículo de un amigo, justo a las espaldas del conductor.
Al momento de contar su visión a su amigo Mauro, en un conocido café del Centro Comercial Gina en Cumaná, estado Sucre, Venezuela, se mostraba agitado y ansioso frente al café con leche que suele pedir cuando se instala en aquel rinconcito de paz en medio del dinamismo propio de una instalación comercial como esa.
-¡Salte de la cama como un resorte y caí de rodillas y postrado en el suelo clamando al SEÑOR! Fue una visión calamitosa de lo que se viene contra esta ciudad, le argumentó a su amigo de ascendencia italiana, el cual, hombre culto y  educado, escuchó con atención cada una de sus palabras.
-Debió ser algo impactante lo que soñaste, le respondió su interlocutor.
-Pues sí. Iba a bordo del vehículo de un amigo empresario. Lo curioso es que no era él quien manejaba el carro, sino un amigo mutuo de ambos y que también es empresario en la Zona Industrial de San Luis.
-¿Y cómo fue eso?, inquirió Mauro.
- Pues rodábamos a la altura del Hospital Salvador Allende en ruta hacia El Monumento de Cumaná, por la avenida Perimetral, cuyo nombre oficial es Cristóbal Colón. Mi amigo Gino estaba al volante -cosa extraña en esa visión- pero aún más sorprendente es que como co-piloto iba una chica que tengo años que no veo desde mis tiempos como periodista en el Instituto Nacional de Deportes en Caracas, donde ella laboraba como fisioterapeuta.
En la visión del Aceriano, el auto, un Ford sedan cuatro puertas de color gris, iba raudo por dicha vía rápida. Curiosamente, sobre la isla que divide la avenida, junto enfrente del nosocomio tipo III que lleva el nombre del fallecido presidente chileno, Aceriano vio de pie al conocido "Hijo-hijo" Pedro Lucas y junto a él a una persona que falleció meses antes, una mujer conocida popularmente como "la copeyana".
De pronto, pasado el hospital y las casas subyacentes, Aceriano veía el mar, el cual se mostraba indómito, picante, batiéndose con fuerza inusitada contra la orilla.
-Caramba Gino, el mar está "picao" y le mandamos a lavar el carro a Valentino. El salitre hará que se pierda ese trabajo.
En la visión no hubo diálogo, mas Aceriano no estaba concentrado en buscar una plática. Su mirada estaba fija en el mar encrespado. A otear por el parabrisas trasero, pudo ver como una ola  se transformó en una especie de "tubo" gigante de agua se desplegaba desde las proximidades del hospital citado en ruta hacia el oeste.
- ¡Caramba! El mar se quiere desbordar. ¿Qué es esto?, exclamó.
El conductor aceleró el coche, al percatarse que el mar comenzó a meterse con una fuerza inusitada hacia la vía, inundándola en sentido oeste-este y en forma perpendicular a la línea costera. La potencia del agua agitada comenzó a remecer con extraordinaria furia los botes que suelen anclar los pescadores en las orillas del Golfo de Cariaco.
Buscando la salida más próxima en ruta a la parte interna de la ciudad, el carro a toda velocidad lo que consiguió fue toparse con una marejada de agua que inundaba la Perimetral ante la sorpresa de todos los conductores que circulaban por ella.

-¡El agua se mete en la ciudad!, grito Aceriano al momento en que subían las ventanas del auto ante el desborde sorpresivo del agua marina.
En un momento de la visión, mientras el vehículo se "deslizaba" entre las espumas del mar embravecido, Aceriano se vio de improviso flotando en el aire. El automotor y sus acompañantes no se veían por ningún lado.
-¿Cómo llegué aquí? ¿Dónde? ¿Dónde está Araya que no la veo?, se preguntó mientras que en sus narices un fuerte olor a agua de mar lo invadía todo.
El cielo se nubló de manera patente y en un instante, cuando una pesada bruma se disipó frente a sus ojos, tuvo la visión más aterradora que jamás afrontó en su vida: una enorme, mega-gigantesca e imparable masa de agua, de un alto imponente y sumamente letal, se desplazaba a alta velocidad para estrellarse contra las edificaciones ubicadas a lo largo de la costa.
Fue allí cuando despertó sudando, nervioso y asustado, saltando como resorte de la cama. Cayó de rodillas y se postró ante la presencia del Rey, clamando misericordia para la ciudad perversa que le dio la espalda a JEHOVÁ, dedicada al hedonismo, a la maldad de todo tipo, a las abominaciones de la brujería, magia negra, santería, palería, nigromancia, fornicación, adulterio, borracheras, homosexualismo, lesbianismo y otras desviaciones mediante las cuales, el ser humano labra su alejamiento de los estatutos, preceptos y mandamientos del que VIVE POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS.
Estos escritos tienen que ver con las visiones que el SEÑOR me permitió ver a mí, que no soy nadie ante su Magnificente Presencia. Como dice JESÚS DE NAZARETH en la Biblia: quien tenga oídos que oiga. DIOS LES BENDIGA.

miércoles, 20 de junio de 2012

CONSPIRACIONES / Profecía de Parravicini sobre los Juegos Olímpicos-London 2012 Prophecy


¿Qué será esto y qué tiene que ver con presuntas y especulativas teorías conspirativas en los Juegos Olímpicos de Londres 2012?

HISTORIAS / LA OLA... (continuación)

Por Luis E. Gutiérrez / CNP 4560.
El terremoto capital...
Aceriano se volvió a reencontrar una vez más con su amigo Henry en la red social.
La conversación se decantó en principio por los saludos habituales de rigor sobre la familia y el atajo de la edad, que suele ser algo de lo cual tomarle el pelo a la contraparte, hasta que la plática entró de nuevo en el tema de las visiones oníricas del caminante-ciudadano.
-¿Vuelves otra vez con ese creer tuyo que sucederán cosas espeluznantes en Venezuela? Yo creo que te lo tomas demasiado a pecho. Los sueños sueños son nada más. No hay que preocuparse ni apegarse a eso, en serio, dijo de nuevo envuelto en su aparentemente fría seguridad el amigo del Aceriano.
Pero éste, vista su fe y en el afecto que le tiene a todos aquellos que le aprecian en lo personal o en la trémula distancia de un programa de radio o de lo que escribe a través de internet, le relató otra visión catastrófica dada por el SEÑOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA.
-Lee bien mi amigo -le dice el aceriano a su interlucutor- lo que me dejó ver el SEÑOR. En mi sueño me ví en Caracas, a la altura del sector Nuevo Circo en la avenida Fuerzas Armadas. Andaba por el lado este de lo que alguna vez fue parte del otrora terminal del Nuevo Circo de Caracas. El sitio donde me hallaba parado estaba baldío en mi visión, un lote de terreno aplanado debidamente, como si allí se fuera a construir algo a futuro, relató.
Su narración explica que sobre el cielo caraqueño se apostaba un tiempo de nubes bajas, muy oscuras y que el majestuoso cerro El Ávila (Guaraira Repano) estaba cubierto por ellas hasta la mitad de su altura. Era un día frío, gris y aparentemente monótono en la siempre congestionada capital de la República. Los colores se opacaron en ese mortecino atardecer, aunque la gente andaba en sus habituales corri-corri.
-¿Y qué es eso que viste que te causó tanto pavor y te hace prevenir a todo aquel con el cual hablas sobre presuntos eventos que ocurrirán en Venezuela? ¿De veras crees que eso pasará?, le pregunta el ahora ansioso Henry, aunque conservando atisbos de duda sobre el relato de su amigo.
El Aceriano, sin prestar atención a tal incredulidad, que hacían a su carnal digno émulo del apóstol Tomás, siguió relatando como de improviso, en su visión, en el cielo, por encima de su cabeza y por debajo de techo de nubes oscuras como de lluvia, comenzaban a pasar una especie de cometas de polvo que se estrellaban violentamente contra las faldas de El Ávila, haciendo un estallido atemorizante.
-Fue en ese instante que viré mi mirada hacia un grupo de edificios ubicados hacia la confluencia norte de lo que por hoy es la sede del Palacio de Justicia y de pronto la tierra comenzó a vibrar, haciendo una especie de crujido que se incrementaba de manera vertiginosa.
Sus ojos miraron como en fracciones de segundo la violenta sacudida de un terremoto de magnitudes insospechadas, mecía los edificios de un lado a otro y la violencia del fenómeno telúrico comenzó a derrumbar una a una, como fichas de dominó que se desploman una tras otra en un efecto en cadena, tales estructuras, mientras la gente corría desesperada de un lado al otro, presa del pánico, ante la furia imprevista desatada por la naturaleza.
-Fue así como se oian los alaridos: "¡terremoto, ayyyyy, un terreeeemotoooo!!! Las estructuras crujían y se desplomaban, dejando en su derrumbe una estela de polvo y escombros que cubrían las calles. En medio de aquella escena tan atemorizante y catastrófica, me desperte asustado, rogando al cielo que tal cosa no acontezca jamás, si es la voluntad de quién tiene el dominio en el cielo y en la tierra... (continuará para la Gloria de DIOS).








Terremoto de Caracas 
de 1967

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lunes, 18 de junio de 2012

HISTORIAS / LA OLA...

Por: Luis E. Gutiérrez Nieves
-¿Te lo tomas a mamaderita de gallo?, preguntó el aceriano.

-Ah, pero tú lo que estás es loco, eres un sádico, un desquiciado. No digas eso que trae pava, adujo su amigo internauta.

-¿Sabes? Me haces recordar -le dice aceriano al otro, aquel muy secular, lógico, cimentado en lo que cree su razonamiento irrebatible- a aquella grupera de seres humanos indolentes, acomodados, infatuados, amantes de los misales dominicales para "CUMPLIR" con DIOS y así acumular su cuota para obtener el pasaporte hacia el cielo, con la ya muy manoseada frase "yo no le hago mal a nadie".

Y le agregó: -Eres igual a los contemporáneos de la era de Noé, que se pervirtieron y llevaron a DIOS a desatar todas las fuentes de las aguas. No cayeron en cuenta de las advertencias del "loco aquel que estaba construyendo un 'tapaíto' gigante por órdenes del SEÑOR", hasta que la puerta del Arca la cerró DIOS y vino el diluvio y se los llevó a todos.

-Pero bueno, ¿vas a seguir con esa loquera? replica el otro. Pana, la lectura bíblica te tiene desquiciado. Anda a verte con un psiquiatra. Necesitas ayuda profesional. No va a pasar nada. ¡Qué visión ni qué visión nada! Tú lo que tienes es el cerebro volteao. Cómprate uno nuevo, que el disco duro se te malogró.

Lo cierto es que aquel siervo se desvelaba, oraba a DIOS, ayunaba y pedía por su familia, por sus hijos, nietos, por sus vecinos y amigos. ¡Claro!, también por aquellos que no le querían tanto (y vamos a ser sinceros, por los cuales tampoco sentía un afecto profundo, pero bueno...), obviando las razones para tales animadversiones, cumplir con el mandato dado por el bendito carpintero de Nazareth era imperioso, ya que DIOS no hace acepción de personas.

La visión de una ola monstruosa entrando en la ciudad primogénita y con las aguas corriendo con fuerza incalculable por calles y avenidas era una revelación que DIOS le mostró. Resultaba un cuadro dantesco y surrealista, pero... ¿cómo advertirles? ¿Cómo decirles? ¿Cómo remover de sus posaderas el pegamento que les une a su butaca de comodidad e indiferencia, de incredulidad, dónde sólo lo material copa sus corazones y sus vidas, sin que importe la suerte del prójimo y en más de un caso en particular, la suerte de hasta miembros de su misma familia?

Igual de angustiosa son las imágenes oníricas en un lugar lejano ahora a su actual sitio de residencia. De movimientos tortuosos de las aguas hacia la zona de Maiquetía, el aeropuerto nacional e internacional y particularmente la reiterada visión de verse colocado en un atardecer hacia la oscurana en un sector del Balneario de Catia La Mar, todo en el estado Vargas.

Allí la gente estaba en su habitual desmadre que incluía música a todo volumen, ingesta de alcohol a raudales y mujeres de variadas edades, mostrando las mondongueras y luciendo hilos dentales que en muchos casos exhibían las huellas de celulitis que ni tratamientos ni cremitas pudieron extirpar de sus engrosados cuerpos. Eso sin contar como es de suponer a las que tenían "con qué" económicamente hablando y optaron por hacerse una "reingeniería" córporea de los pies a la cabeza.

Más allá, grupos de personas tendidas en la arena, gente en el agua. Hombres, mujeres y niños se desperdigaban despreocupados y divertidos por esa franja litoral.

-Mira Henry, dice el aceriano, ví en esa visión una pared de agua que se acrecentaba a medida que se aproximaba desde el horizonte. Y a medida que minimizaba su distancia con respecto a la orilla de la playa, más grande se hacía. Yo les gritaba a los bañistas que vieran hacia el horizonte marino. Me desgañité para despertarles de su embotamiento fiestero y alcohólico, pero no me oían.

En medio de aquella visión, el relatante se dio cuenta que no era su cuerpo lo que estaba en aquel balneario, al cual solían llevarlo su papá y su mamá de niño, junto a su hermana menor. Estaba en el espíritu y no podía hacer más nada sino mirar.

De pronto, vio como algunos de los bañistas que estaban en la arena, se les aclaró la vista y apresurados, comenzaron a recoger sus pertenencias, a sus niños y comenzaban a correr hacia el área de estacionamientos, desesperados pensaban en buscar zonas altas como único medio para salvar sus vidas, antes que llegará a la costa lo que resultaría imparable e inminente... (continuará para la Gloria de DIOS).

AMENAZA / Vendaval que no llegó sino a aguacerito en Cumaná



Este fue el tiempo de lluvia que se posó sobre Cumaná en horas de la tarde del domingo. Fuertes vientos y amenaza de fuerte lluvia se hacían sentir como preludio de un palazo de agua, que al final no fue más que un chubasco en el área metropolitana de La Primogénita. GLORIA a DIOS porque fue así.
Y la foto de ese mismo fenómeno natural es esta...