El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, está tomando fentanilo, un medicamento que es cien veces más potente que la morfina, con el fin de aliviar los fuertes dolores que le está provocando el persistente avance del cáncer en los huesos. Los médicos también le están suministrando bisfosfonato para combatir la progresión de la metástasis y corticosteroides con el fin de aliviar los efectos secundarios de la radiación y la quimioterapia. Así se especifica en un último informe de inteligencia, al que ha tenido acceso ABC, elaborado a partir de los dictámenes médicos del equipo de facultativos que atiende al dirigente venezolano.
Esas fuentes confirman que Chávez padece un rabdomiosarcoma, un tumor cancerígeno de los músculos que van adheridos a los huesos, con metástasis en estos. Se trata del tipo de cáncer referido esta semana por el periodista estadounidense Dan Rather, aunque sobre el pronóstico de vida se pronuncian de modo menos categórico que este. Rather citaba a un informante que le otorgaba a Chávez no más de dos meses de vida. Al menos parte del equipo médico estima, de acuerdo con el informe de inteligencia, que «si no sucede una inesperada caída, el presidente Chávez podría llegar a las elecciones», que son el 7 de octubre. De todos modos, en el proceso ha habido suficientes recaídas como para aventurar que no pueda haber más, por lo que no hay ningún pronunciamiento taxativo. Además, «el cáncer continúa extendiéndose en los huesos», se advierte.
Parches disimulados
El potente opiáceo fentanilo se le suministra a Chávez a través de parches dermatológicos, que introducen la sustancia en la sangre a través de la piel. Esos parches ocupan poco espacio y van colocados bajo la ropa, por lo que no son visibles cuando el presidente aparece en público. También de muy poco grosor, y por tanto normalmente no apreciables por otras personas, son los pañales que con frecuencia tiene que utilizar por no poder controlar sus funciones fisiológicas.
También se le administra bisfosfonato, un tipo de medicamento dirigido a ralentizar la metástasis en huesos y combatir al mismo tiempo la pérdida de masa ósea. Los corticosteroides se le dan para reducir el dolor y hacer frente los efectos secundarios de la radiación y la quimioterapia.
Por último, el informe indica que los médicos cubanos, que son quienes controlan la atención del paciente, aunque en los tratamientos intervienen facultativos de otras nacionalidades, no estarían comunicando a Chávez toda la gravedad de su situación, prefiriendo una versión demasiado optimista sobre los resultados que está teniendo el tratamiento. El propósito, más allá de posibles interpretaciones políticas sobre el papel de La Habana en la gestión del postchasvismo, sería contribuir a la confianza de Chávez en su lucha contra la enfermedad pensando que ello puede alargarle algo la vida.
Por otra parte, durante sus prolongadas estancias en la capital cubana para ser tratado, Chávez realiza cortas y frecuentes llamadas telefónicas al vicepresidente venezolano, Elías Jaua, así como a otros miembros del Gobierno, en un esfuerzo por no destensar las riendas del poder. También utiliza personas como correos especiales para trasladar mensajes importantes o sensibles entre La Habana y Caracas, según ha podido saber este diario de círculos familiares con las circunstancias de su estancia en la isla.
La Habana, pendiente
A pesar de que en ocasiones, debido al intenso tratamiento y sus efectos secundarios, como el fuerte dolor, Chavéz debe permanecer en reposo absoluto, no hay indicación de que nadie se haya hecho cargo de su cuenta de twitter o envíe mensajes en su nombre, algo que puede ocurrir en el futuro en caso de que resulte incapacitado y su entorno quiera tapar esa realidad.
En un momento en que el ministro de Exteriores, Nicolás Maduro, está ganando visibilidad como posible sustituto de Chávez, es significativo el dato de que mantiene una línea segura de comunicación con La Habana para mantener una coordinación con las autoridades cubanas. Por ese mismo conducto es puesto al día sobre la evolución de la enfermedad de Chávez. De todos modos, esto no quiere decir que Raúl Castro esté apostando definitivamente por él, máxime cuando al parecer el dirigente cubano mantiene algún grado de desconfianza sobre la independencia respecto a Cuba que podría buscar Maduro en el caso de capitanear el postchavismo. Maduro es uno de los pocos miembros del Gobierno que probablemente no se verá acusado en unas semanas por la DEA, la agencia estadounidense contra la droga, de participar en actividades de narcotráfico.