Tsunamis
en el Caribe: significación para Venezuela
(parte 1)
(parte 1)
-Generalmente en nuestro país hemos oído, leído y visto temas y noticias relacionados con eventos de las denominadas olas de puerto (tsunami), tomando como ejemplos patentes los litorales japoneses y chilenos que están ubicados en zonas de alto potencial sísmico. Mas, aunque usted no lo crea, Venezuela tiene también su historia "negra" en materia de este tipo de eventos. Aquí en este especial de varias entregas, basado en un artículo firmado por Pascual R. Márquez S., usted se enterará de las posibilidades y peligros que conlleva vivir en una zona donde en algún momento puede presentarse un tsunami, porque hay evidencias que plasman 15 fenómenos naturales de este tipo en las costas venezolanas, de los cuales, ocho en total, se produjeron hacia la zona nororiental de nuestra nación.
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RESUMEN
La región del Caribe y la costa norte de Venezuela
no son ajenas a la ocurrencia de tsunamis, principalmente de origen tectónico;
así lo demuestran más de 90 eventos de tipo tsunamis reportados desde su
descubrimiento y la geodinámica de la Placa Caribe, sísmicamente activa,
asiento de una zona de subducción y un arco volcánico. A pesar de ello, la
disponibilidad de estudios relacionados con la identificación de sedimentos
acumulados por tsunamis es limitada.
Depósitos de arenas interpretados como
producto de tsunamis fueron descritos al noroeste de Puerto Rico. En las costas
de otras islas peñones y clastos de gran tamaño han sido atribuidos al mismo
fenómeno. Aunque el nororiente de Venezuela ha sido inundado seis veces por
olas de gran tamaño, probablemente originadas por sismos ocurridos en el
sistema de fallas rumbo-deslizantes que forman el límite meridional de la Placa
Caribe, solo se conocen dos localidades donde se han identificado depósitos de
tsunamis, una es Puerto Colombia, en la costa central del país, y la otra es la
laguna Los Patos en Cumana.
El propósito fundamental del presente artículo es
incentivar el interés por la exploración e identificación de sedimentos
depositados por tsunamis en áreas favorables para su preservación; esto
constituiría un aporte clave para predecir su ocurrencia y adoptar
de forma oportuna medidas preventivas para disminuir o evitar los daños a la
infraestructura y la pérdida de vidas humanas en zonas costeras de poca
elevación y densamente pobladas, sobretodo vulnerables a inundaciones
causadas por este tipo de fenómeno natural.
INTRODUCCIÓN
Tsunami es una agitación repentina, aleatoria de la
superficie marina, no relacionada con mareas o fenómenos meteorológicos, sino
que son el resultado de la acción aislada o conjunta de varios mecanismos, los
cuales pueden ocurrir en cualquier momento, afectando mares, océanos y lagos,
independiente del ambiente tectónico.
Aunque pueden producirse por erupciones volcánicas,
deslizamientos submarinos y sub-aéreos de los flancos de montañas y por la
caída de grandes meteoritos, la mayor parte de los tsunamis son de origen
tectónico producidos por sismos de foco somero, epicentro submarino y magnitud
superior a 6.5 que ocurren en los límites de las placas tectónicas,
principalmente en las zonas de subducción, donde la convergencia genera fallas
inversas en la placa cabalgante y tensión, con fallamiento normal, en la placa
subducente. (Fig. 1).
El mecanismo más invocado es aquel según el cual en
la fosa oceánica, a lo largo de las fallas inversas, se producen súbitos desplazamientos hacia arriba del fondo submarino
que empujan verticalmente grandes masas de agua provocando el ascenso de la
superficie del océano (Fig. 2); sin embargo, no se descarta que a lo largo de fallas normales también se
originen tsunamis; en cuyo caso, habría un súbito descenso del fondo marino lo
cual atraería agua de todas direcciones, creando un descenso en la superficie
del océano.
De hecho, la longitud de onda
está en el orden de los centenares de kilómetros, con periodo generalmente
entre 1,6 y 33 minutos y una velocidad que en mar abierto alcanza entre 600 –
800 km/h (SHANMUGAN 2008) la cual disminuye al acercarse a las zonas de aguas
someras, donde su amplitud, que normalmente se aproxima a un metro en mar
abierto, aumenta considerablemente hasta alcanzar alturas superiores a los 30
metros para descargar su energía con gran ímpetu sobre el área expuesta de la
costa, erosionando los sedimentos de la anteplaya, la playa, la zona
entre mareas y áreas terrestres adyacentes, destruyendo todo a su paso.
Tsunami de Sumatra 2004 |
De los tsunamis
producidos por erupciones volcánicas submarinas, el más documentado es el que
produjo el colapso de la caldera del volcán
Santorini hace 3.500 años, que produjo la deposición de turbiditas
proximales en pequeñas cuencas perchadas del mar Mediterráneo (CITA &
ALOISI 2000).
Otro ejemplo proviene del colapso del volcán Krakatoa en 1883, situado en el estrecho de Sunda, entre Sumatra y Java, que provocó olas entre 30 y 40 metros de altura.
Otro ejemplo proviene del colapso del volcán Krakatoa en 1883, situado en el estrecho de Sunda, entre Sumatra y Java, que provocó olas entre 30 y 40 metros de altura.
Otro evento tsunamigénico son los deslizamientos submarinos,
numerosos de ellos han sido revelados durante la exploración de los mares. El más conocido es el
deslizamiento submarino de Storagge ocurrido entre 8000-5000 B.P al oeste de
Noruega el cual produjo tsunamis cuyas evidencias se han localizado en varios
lugares costeros del Mar del Norte y del Atlántico Norte (MURTY et al.
2005; DAWSON & STEWART 2007). Deslizamientos de los flancos de volcanes y
de montañas aledañas a las costas, han sido citados como causantes de tsunamis
cuaternarios, de alcance local, en las islas Canarias, Molokai, Hawaii y en
Papúa Nueva Guinea (WARD & DAY 2005; WHELAN & KELLETAT 2003).
En diversos lugares como Chile, Norteamérica,
Suráfrica, India, China, Japón y Australia, en distintas épocas geológicas, se
han interpretado sedimentos producidos por mega-tsunamis atribuidos al impacto
de meteoritos (BOURGEOIS 2008).
Es bien conocido que durante el Cretáceo Tardío
el Golfo de México fue afectado por varios impactos de meteoritos, el mayor de
los cuales sucedió muy próximo al límite Cretáceo/Paleógeno. Se postuló que los depósitos de flujo por gravedad encontrados en el Golfo de México, en
el centro y en la costa occidental de Cuba, en el noreste de México y en la costa
tejana del Golfo de México, están vinculados con tsunamis inducidos por
impactos de meteoritos (KAZUHISA et al. 2004; GARCIA et al.
2001).
Históricamente
se comprueba que los maremotos son más comunes en los océanos Pacífico e
Índico en los cuales abunda la convergencia de placas y el desarrollo de
numerosas zonas de subducción.
En el océano Atlántico,
donde no hay grandes zonas de subducción, la
mayoría de las grandes olas son causadas por deslizamientos de tierra y tienen
un efecto localizado, excepto el gran tsunami creado por el terremoto de
Lisboa en 1755. Sin embargo, la región
del Caribe, parte integrante del océano Atlántico, se considera de alto riesgo
para la ocurrencia de tsunamis de origen tectónico causados por sismos de
epicentro submarino, magnitud > 6,5 y foco > 40 km asociados con la
subducción al este de las Antillas Menores. (CONTINUARÁ)...