Tuvimos la oportunidad de acceder al material fotográfico tomado en sitio que complementó el testimonio de primera mano de nuestra amiga, la cineasta Liliane Blaser, tanto de los indignados de la Plaza del Sol en España en los primeros días de su acampada, como de los Ocupy Wall Street en el Liberty Park (Cambiado el nombre a Zuccoti Park después de su privatización y rebautizado por el movimiento) también en los primeros días de su ocupación de la plaza.
Material impactante, que permite realizar algunas reflexiones complementarias a la apreciación previa de ambos fenómenos sociales. Estos movimientos, junto a las protestas estudiantiles en Chile, a los de Grecia y a lo que los medios corporativos bautizaron como “primavera árabe” –colocando interesadamente en el mismo saco a situaciones diferentes en sociedades diferentes– están ubicados en nuestro análisis como síntomas generales del resquebrajamiento del sistema hegemónico globalizado que en el último medio siglo buscó consolidarse a lo largo del planeta.
Con las diferencias claras entre estos movimientos de protesta social, de características diferentes en sociedades con problemas y patrones diferentes, sin embargo su aparición simultánea en tan diversos ámbitos y con tan distintos perfiles, nos está diciendo que todo no es mera coincidencia, que en su trasfondo existe una variable común. Si a los movimientos sociales agregamos la crisis económica global (sobre todo en los países centrales), la crisis de valores y objetivos, y la creciente falta de credibilidad en el sistema de crecientes grandes números de ciudadanos en esos mismos países centrales (a pesar del monstruoso esfuerzo de la red de medios corporativos global de mantenerla), completamos el panorama de todo un status quo en colapso.
Por esa misma razón no hemos exigido a esos movimientos algunas cosas por las cuales otros compañeros de camino están clamando, como la necesidad de que tengan una visión ideológica desarrollada, y una organización “para que lo logrado no desaparezca”. Creemos que como en todos los procesos sociales de cambio, se produce primero una explosión social, que generalmente es espontánea, no organizada ni con objetivos claros (quien se los pediría por ejemplo al pueblo de París, que en plena indignación contra la monarquía tomó la Bastilla). Luego aparecen en la escena los actores sociales que capitalizan el proceso de cambios (la burguesía en la Revolución Francesa, el Partido Bolchevique en la Rusa, etc.).1
Pero en definitiva lo importante que aquí queremos señalar son algunas reflexiones inspiradas por el material y el testimonio al cual hacemos referencia, que pueden ir más allá de la reflexión general.
- En primer término constatar, impactados una vez más, como funciona algo de lo cual tenemos conciencia pero que a veces distraídos, no asociamos con fenómenos cotidianos. Me estoy refiriendo al ejercicio permanente y sistemático del sistema de engaño–ocultación de los medios de comunicación masivos. La visión que nos amplió este material, nos muestra claramente que tanto los “indignados” como los “ocupa”, constituyen movimientos sociales complejos, que van mucho más allá de la mera protesta por la falta de empleo, la falta de vivienda o la pérdida de beneficios sociales (en el caso europeo). Lo más grave de esto, es que no sólo la red global corporativa de medios ha obviado o tratado de sesgar las características de estos movimientos, sino que la parcialización ha llegado también a nuestros sistemas de medios alternativos que intentan la batalla mediática. Aún la imagen que nuestros medios han proporcionado, en general no hace justicia a la riqueza y complejidad de estos movimientos que pudimos percibir gracias a este material al que hacemos referencia.
- Y una de las características de esta complejidad se refleja en la multiplicidad de propuestas que en ambos movimientos aparecen simultáneamente y que son una parte fundamental de ellos. La diversidad, que va desde propuestas de “paz y amor” que recuerdan a los “hippies”, hasta propuestas de alta definición ideológico–política (en una de las fotos de Wall Street aparecían en un cartel unidas y hermanadas las imágenes simbólicas del comunismo y el anarquismo, la hoz y el martillo y la A mayúscula dentro del circulo). Con una infinita variedad intermedia de posiciones y definiciones (ecologistas, luchas de género, luchas de sexualidad, defensa de los animales, etc.). Una diversidad ampliamente gratificante, que recuerda a la de los Foros Sociales Mundiales, que tanto han contribuido al proceso de cambios que vivimos y que muestra como ambos movimientos han sido presentados públicamente en forma parcial.
- Liliane comentaba como a los pocos días de comenzar la acampada, ya estaban organizados las bibliotecas, los servicios, la alimentación, el cuidado de la salud. Y que todo esto se hacía en un intercambio de alta solidaridad y sentido colectivo, en un compartir que dejaba de lado el dinero y las mercancías (un letrero decía: si necesita protector solar, búsquelo a la entrada –sin pagarlo, por supuesto–). Esto nos está mostrando la gran necesidad de participación –sobre todo de los jóvenes– en unas sociedades que limitan absolutamente el ejercicio de la misma, y de que esa participación funcione con hábitos y valores diferentes a los que el sistema de consumo (y civilizatorio) propone.
- Finalmente, como en ambos movimientos aparece como protagonista una creatividad que va mucho más allá de las repetidas propuestas cotidianas que les ofrece el sistema. Son muchos los ejemplo de ello, pero lo que más llama la atención –y creemos que ameritaría una investigación comparativa– es las coincidencias en lo fundamental (sin ser copia sino absolutamente originales) de los textos en carteles y graffiti –sobre todo en España– con toda la amplia literatura–poesía–exhortación social y política desarrollada en las paredes y carteles durante el Mayo del 68. Los textos (y las imágenes) utilizados muestran un rechazo a lo más fundamental del status quo, que va mucho más allá de la protesta –que también está presente– contra el sistema económico y sus consecuencias sobre la gente.
En definitiva, una vez más la complejidad de los procesos sociales de los cuales somos testigos y protagonistas muestra las múltiples e interrelacionadas facetas que los definen, y nos obligan a mantenernos en una constante carrera para poder ir generando modelos de interpretación que nos permitan navegar a través de dichos procesos.
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