viernes, 23 de diciembre de 2011

Es insoportable el espíritu militar en el mando civil / Bolívar a O´Leary, 1829

Desde La Cima del Ávila

Una serie rutilante de señales denuncia el qué y el por qué de los cambios que se están produciendo en el PSUV, con absoluta pertinencia reconocible como el partido de los partidarios del Gobierno; es decir como la estructura –ni remotamente un partido- puesta allí para vocear los arrebatos del presidente. Era conocida la pugna entre dos gruesas tendencias predominantes en medio del agitado y atomizado mundo de los ansiosos feligreses del chavismo. Esas dos tendencias son la denominada con probidad “militarista” y la que en la acera opuesta se dieron en llamar “civilista”.
La cabeza visible de los uniformados es Diosdado Cabello, quien hasta ayer se percibía opacado, lo mismo que el inefable Rodríguez Chacín. Pareciera que la nueva –y apropiada, déjenme decir- relación con la Colombia de Santos había pasado por varios sacrificios dolorosos, uno de los cuales fue el eclipse total de Rodríguez Chacín. Y en cuanto a Diosdado ni su poder mlitar ni su poder económico le habían garantizado otra cosa que una sobrevivencia en el fondo del escenario, ya no en el proscenio.
Si de algo sabían los “civilistas” era de maniobras organizativas. Cuando a William Lara le montaron la encerrona de la “constituyente en el PSUV” supo moverse como un pluma para desvirtuar el ataque de la coyunda Ameliach-Diosdado. Salió adelante y dejó mal parados a sus perseguidores. El incidente me lo relató el propio Lara al salir de un debate que tuvimos en televisión bajo el auspicio de Carlos Fernández. Fue un momento de confidencias que le hizo expresar su temor por el avance del militarismo en el partido y por la tolerancia del caudillo.

II 

Por eso no puedo interpretar los cambios en la dirección del partido como prácticas usuales para reforzar la mecánica organizativa. Es mucho, pero mucho más que eso. Es la materialización de una victoria quizá irreversible de la corriente uniformada ¿con qué fin? ¿para qué en este momento? Puede cada quien avanzar su conjetura, la mía es que el presidente se prepara para tomar la espesa medicina de unas elecciones que pueden depararle una derrota cataclísmica. Estaría repitiendo a su manera la fórmula exhibida por Raúl Castro en el VI Congreso del PCC reunido en abril de este año. Raúl se ha propuesto como razón de vida proyectar la economía cubana al mercado e  la integrarla al sistema del capitalismo global, como llama George Soros a la globalización, tal vez para destacar que sin uno no hay la otra.
Teme el sucesor del caudillo cubano que si abre la mano en la economía se desaten fuerzas incontenibles tras cinco lustros de demandas sociales y políticas reprimidas. Por eso optó por abrir allá y cerrar aquí, al militarizar más su partido y cubrirlo con figuras ortodoxas a las que no les tiembla el pulso para castigar disidencias. Será así por un tiempo, hasta que la voluntad de los cubanos del partido y fuera del partido quiebre el engranaje represivo y desate las energías democráticas. Si sabe sortear esa emergencia, sin derogar el camino aperturista, Raúl se salvará; en caso contrario sería mejor no arrendarle la ganancia.
En el caso del PSUV el enigma es mayor y no está exento de lógica, diabólica es cierto, pero lógica al fin. Chávez se prepara para obturar más las esclusas de la economía, afrontar la improductividad creciente y sus terribles repercusiones sociales, y por si fuera poco enfrentar el reto de una oposición unida, organizada y con un solo y único candidato. A diferencia de Raúl está cerrando la economía y también el partido. Por eso necesitaba entregarle la dirección a Diosdado y con él a Rodríguez Chacín, Ameliach y en segundo lote al comandante de la gallina, Arias Cárdenas.

III

Como por la puerta del cielo no entra sino un alma cada vez, la entronización de los militaristas ha sido la desgracia directa de los que no tuvieron la suerte de estudiar en la Escuela Militar o formarse en la lucha guerrillera. Eso explica la decapitación de Aristóbulo, de Cilia y en segundo plano también, de la negra Muñoz. No han sido expulsados como me dijo alarmado un fiel al presidente, pero perdieron el mando. Los áulicos de costumbre ya no les alumbrarán las veladas; buscarán a los nuevos mandamases. Desde luego estos reacomodos repercuten duramente sobre la militancia, que con la pérdida de ilusiones se aferra a motivaciones menos defendibles. Para la nueva constelación, furiosos como el incendiario Avila son la encarnación del Hombre Nuevo guevarista, lleno de amor y calidad humana.


Mis viejos amigos entrampados en un partido que ya no necesita militantes sino mercenarios, deben estar sometidos a un drama existencial. Observan la arremetida contra la universidad autónoma y democrática que defendieron alguna vez a brazo partido, y el abyecto servilismo judicial que legaliza las invasiones y aumenta los años de prisión “preventiva” para una jueza digna e indomable. Por si fuera poco ven transcurrir la desenfadada práctica reinante en las altas esferas de confundir el Tesoro Público con sus alcancías particulares. ¡Y no hacen nada!
El gran poeta César Vallejo habló de las caídas hondas de los Cristos del alma. Y así, con la ilusiones en el suelo, permanecen como zombies en una familia que no es la suya pero que a su edad les resulta azaroso abandonar.
Y más nada, amigos, más nada.

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