"Al ajo se le conoce como la “penicilina rusa” ya que durante la 2ª guerra mundial, debido a la escasez de antibióticos, el ejército ruso lo utilizó masivamente. El ajo presenta un amplio espectro de actividad antimicrobiana frente a una gran variedad de patógenos que incluyen virus, bacterias, hongos como los del género cándida y parásitos.
Asimismo el ajo proporciona una gran variedad de beneficios al sistema cardiovascular, en su mayor parte debido a compuestos sulfurados como la alicina y compuestos derivados de ésta (ejemplo los ajoenos). Los estudios indican que la suplementación con ajo disminuye el colesterol del suero y mejora la relación entre los HDL y los LDL.
Incluso el Ministerio Japonés de Medicamentos y Alimentos ha reconocido oficialmente la capacidad del ajo para controlar la tensión arterial. La elevada concentración de compuestos sulfurados y aceites de mostaza del ajo le confiere una potente capacidad para reducir la congestión de las mucosas, siendo un buen expectorante. Esta acción combinada con su significativa actividad antimicrobiana es lo que le ha otorgado a esta hierba una gran popularidad en el tratamiento de infecciones respiratorias.
Se utilizó en la alimentación a través de los siglos y es una de las plantas cultivadas más antiguas, siendo un miembro de la familia de las liliáceas junto con las cebollas y los cebollinos.
Además de sus propiedades medicinales, el ajo tiene un elevado contenido nutricional, que incluye 33 compuestos sulfurados, 17 aminoácidos, germanio, calcio, cobre, hierro, potasio, magnesio, selenio, zinc y vitaminas A, B y C. Según parece ya era utilizado en el antiguo Egipto por los constructores de las pirámides para aumentar el rendimiento y la fuerza.
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