Los compromisos de los radicales presentes fueron enarbolados en algunos escenarios planteados. Uno habría sido la creación de un estado de conmoción, una especie de autogolpe desde una unidad militar, con participación de las llamadas “unidades de protección presidencial” y los colectivos a los que se les ordenarían los saqueos que justificarían la toma del poder por los militares. Las llamadas UPP fueron entrenadas secretamente en Cuba bajo el ejemplo de la Brigada de Respuesta Rápida. Son jóvenes a los que les recompensa económicamente cada mes y se les mantiene activos.
Hubo discrepancias severas. Clíver enfatizó que no aceptaría como jefe a Diosdado. Rangel Silva fue el que sugirió el estado de conmoción para asumir el poder. Juego trancado. ¿Quién asume el darle un palo a la lámpara y quitarse toda apariencia democrática?, ¿Militares en la lista Roja de Interpol?, ¿Un civil? Ningún civil, ligado al proceso, fue aceptado al menos en ese encuentro. Lo que sí es significativo del “aquelarre” es el nerviosismo existente en las filas chavistas. La inseguridad en el triunfo del 7/O tras el deterioro del caudillo y el fenomenal avance del candidato unitario los tiene enloquecidos. Muy peligroso. Sus acciones van desde el raspado de la olla hasta la provocación a los opositores, los países vecinos y aquellos que no comulgan con el proyecto rojo rojito.
Por supuesto que el CNE controlado por ellos bajo la campaña oficial que coordina Jorge Rodríguez también fue mencionado en los diálogos. Los cubanos escucharon más que lo que hablaron. Los generales fueron y vinieron, como también lo transmití por @nelsonbocaranda, en un avión Citation del SATA. Escribo esta delicada nota pues creo que deben estar alerta no sólo los demócratas de la Mesa de la Unidad sino aquellos que dentro del chavismo apuestan por una salida democrática que reconcilie a un país dividido, en crisis y con más de 10 millones de armas en la calle. Juegan con candela rodeados de dinamita. ¡Dios nos salve!…
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