Emil Colina, hermano de Rigoberto Colina, el joven fallecido que lanzó un mensaje revelador sobre la fuga de gases en Amuay, horas antes de la tragedia, habló con RevistaRepublica.com. La familia está devastada. La zozobra golpea a los falconianos que ven cómo siguen elevándose las llamas.
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Cuando sobrevino el estallido Emil Colina dormía con su esposa e hija en la misma cama. Las ventanas del cuarto reventaron y la sacudida lo sacó de golpe del colchón. Aturdido, se incorporó rápidamente y chequeó a la niña y su mujer. Estaban bien, pero temblaban.
Sus padres, Alberto Colina (55) y Emilia de Colina (48), en la habitación contigua estaban a salvo. El estruendo también los impactó en plena madrugada del sábado, pero nada les había sucedido.
Todos, junto con Crisbely Colina, segunda hija después de Rigo, quien también vive en la casa materna de la familia, en Los Taques, salieron a la sala. Las ventanas habían estallado. Rigoberto Colina era la única preocupación ahora.
Las mujeres quedaron dentro y Emil, junto con su padre, subió al techo para presenciar la desgracia.
“Cuando vimos hacia la refinería todo era llamas”, dijo en entrevista con RevistaRepublica.com.
Él y su padre bajaron rápidamente y comenzaron a llamar por teléfono a Rigoberto que había tomado turno en los almacenes de la empresa Puramín, donde trabajaba. Del otro lado de la línea no hubo respuestas. La sensación era de impotencia y zozobra contó Emil. Ellos sabían que Rigo, como solían llamarle al joven de 29 años, había puesto de manifiesto en su estatus personal de BlackBerry su preocupación por una fuga de gases en el complejo refinador de Amuay.
El texto: “Gas Metano a 24% Gas H2S (sulfuro de hidrógeno) 4% Nos estamos muriendo”. Su padre, Alberto Colina había sentido también los gases al cruzar cerca de la vía. “Mi padre me contó que debió acelerar cuando pasó cerca del complejo porque los olores eran muy fuertes”, dijo Emil.
Seguían llamando, pero Rigoberto no atendía. Emil y su padre calcularon la distancia entre las llamas que observaron desde el techo de su casa, a unos cinco minutos de la refinería, y pensaron que Puramin estaba lejos del alcance del desastre. Erraron.
Decidieron ir en busca de Rigo a la empresa. “Teníamos la esperanza de que a Rigoberto lo hubiesen evacuado”, afirmó Emil. No podían manejar así que dispusieron ir a pie, pero justo en el momento en que salían de su casa, Jesús Sierra, encargado del transporte de Puramin, los desarmaba con la noticia: “Vengo de esos lados, no quedó nada, todo está en llamas”, dijo.
Emil y su padre apuraron el paso para llegar lo más cercano al sitio. El calor y las humaredas eran insoportables y vieron, desde lejos, a los almacenes de Puramin arder. “Todo estaba destruido”. Rondaron el sitio hasta entrada la mañana.
Rigoberto no atendía el teléfono aún y Emil se lanzó a cruzar el cordón de seguridad. Un bombero de rescate lo atajó y le preguntó qué hacía allí. “Busco a mi hermano, empleado de Puramin, su nombre es Rigoberto Colina”.
Al bombero le tocó darle la peor noticia. Rigoberto había sido reconocido por un carné medio chamuscado que quedó sobre él. Trasladaron su cuerpo a la morgue. Emil abrazó a su padre y lloraron.
Llamó a su hermana Crisbely quien había comenzado una búsqueda por los hospitales. Le contestó entre lágrimas. “Ya sé, Rigo está muerto, yo lo reconocí en la morgue”.
Emil, junto con su padre y hermana fueron juntos a la casa y allí abrazaron entre el dolor a la señora Emilia. La tragedia de Amuay se había llevado al primogénito de los Colina. El dolor es aún insoportable.
“Recuerdo que la última vez que hablé con él me había pedido una información para ayudarle a su novia Francys Rodríguez en un trabajo para la Universidad. No le había podido conseguir nada pero le aseguré que le hallaría los datos. Nos despedimos esa tarde del viernes y ya no vi más a mi hermano, mi hermano mayor, que fue para nosotros un ejemplo, así era él, nos cuidaba, siempre nos cuidó”, contó a Emil Colina.
Y aprovechó para enviar un mensaje: “Queremos que nuestras voces no se tomen como una denuncia política porque está lejos de ser eso. Queremos sí, que se investigue, que dejen de ocurrir accidentes. Fue una tragedia lo que aquí sucedió. No queremos que vuelvan a sufrir familias enteras, y no nos digan que tienen todo controlado porque las llamas cada vez las vemos más altas. No deseamos esta zozobra”.
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