Mis fuentes me dicen que el mandatario venezolano Hugo Chávez sobrevivió la noche del martes en estado crítico después de someterse a una cirugía de emergencia en La Habana la semana pasada. Puede que el dictador cubano, Fidel Castro, haya revelado accidentalmente lo que sabe sobre el cáncer terminal de su acólito venezolano, Hugo Chávez. “Tengo confianza en que usted sería capaz de continuar su trabajo”, dijo Castro al vicepresidente de Venezuela, Nicolás Maduro, hablando como si Chávez ya estuviese muerto.
Prensa Latina, el servicio oficial de noticias del régimen cubano, publicó lo que equivale a un obituario para Hugo Chávez, en forma de una carta abierta fechada el 15 de diciembre y dirigida a Nicolás Maduro. Castro recordó su primera reunión con Chávez hace 18 años y sus dos décadas de colaboración. Cerró su mensaje con eficacia, efectivamente pasándole la antorcha a Maduro.
Castro no puede darse el lujo de caer en sentimentalismos por la suerte de su amigo moribundo mientras él mismo tiene que luchar para salvar a su régimen moribundo. Después de haber convertido a Cuba en una nación mendicante, su país necesita miles de millones de dólares en asistencia petrolera y financiera venezolana para sobrevivir; él espera que Maduro juegue un papel crítico en ese aspecto. Mientras que algunos periodistas despistados recientemente han perfilado a Maduro como un “afable” ex conductor de autobuses, la realidad es que es un ideólogo determinado y fuerte que le dio vuelta a las políticas del Departamento de Estado de EE.UU como ministro de relaciones exteriores de Chávez. Sin duda compartela devoción de Chávez hacia el régimen cubano.
Para empeorar las cosas para Castro, Maduro tiene un rival poderoso dentro del movimiento chavista percibido como hostil en La Habana: Diosdado Cabello. Hace unos ocho años, el astuto dictador cubano aconsejó a Chávez que dejara a Cabello a un lado, asegurando que su fortuna representaba una amenaza al corrupto monopolio del poder manejado por Chávez. Al comienzo de este año, los narco-generales venezolanos comenzaron a planificar para un escenario post-Chávez, protegiendo sus intereses al insistir que a Cabello – un veterano militar – se le invistiera como presidente de la Asamblea Nacional y vicepresidente del partido gobernante. El grupo despiadado de Cabello no cederá su poder fácilmente ante Maduro y otros ideólogos con respaldo de La Habana. Castro espera que Cabello no interrumpa la transferencia pacífica del poder a un sucesor dócil.
El obituario prematuro de Castro también hace resaltar el hecho de que el mal manejo de la atención médica de Chávez por un equipo médico cubano aceleró su deterioro. Una cirugía fallida en La Habana ayudo a difundir las células cancerosas letales y la obsesión de los cubanos por obligar a Chávez a participar de forma activa en la campaña presidencial tuvo un impacto negativo sobre su recuperación. Por lo tanto, el logro singular del tan alabado sistema de salud de Castro es que ayudó a acelerar la muerte de Hugo Chávez.
Ahora, el desvergonzado Fidel tiene tanta prisa por manejar la microgestión de la sucesión venezolana que literalmente no puede esperar a que su acólito muera. Dios tiene su horario, y el diabólico Fidel tiene el suyo.
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